A veces me pregunto si de verdad existen las personas dulces. La dulzura sublime que hace amago de la pasión hacia ellos. O simplemente esa dulzura es la inocente máscara de la pureza, la virginidad del alma…
A veces me pregunto si esas personas dulces no son el motivo de tanto sufrimiento. La inocencia es un arma, un arma inconsciente…
Esto ha sido un puro estremecimiento del alma que dejó atrás la dulzura y emprendió el camino de peregrinaje hasta ella. Y a veces me pregunto si no tomé el camino equivocado…