Brindo por una soledad compartida, una congelación en el tiempo donde la temperatura sea una mezcla entre la tuya y la mía. Palabras que lo dicen todo y no dicen absolutamente nada, miradas que disparan cargas macrocósmicas de pasión, manos sudorosas a causa de la agitación y la detención de Cronos. Somos tú y tú y yo y yo y tú y yo y yo y tú, básicamente somos nosotros como individuo, somos algo más que carne, hueso, sangre y neuronas, más que agua y partículas complejas, más que un trozo de carne que se excita al roce.
Es imposible describirlo, supongo que es como lo que sienten los pájaros al volar. El aire les golpea como vítores de libertad. Por eso cantan y se sienten felices.
Aunque todo el mundo nos vea como paseamos a las orillas del Danubio por las calles de Viena, cómo disfrutamos de un café caliente junto a los jardines del castillo de Schönbrunn, alzamos la vista al techo inalcanzable de la catedral y rebuscamos discos antiguos en una de esas tiendas que huelen a recuerdos en las capas de los vinilos.
Caminas a ras de una nube rosa, de estas de caramelo. Pero prefieres sus labios a romper la esencia que os eleva hacia arriba, hacia el átomo primigenio.
Y aunque el tiempo no corra para vosotros, la Tierra sigue girando sin remedio y la luz del Sol emerge del este, atravesando los vastos valles vieneses hasta destrozar los ojos, rasgando vuestras almas para por fin separaros.
Y aunque creáis haber llegado a la perfección aún quedan cosas por decir. Cuando el tren ha partido y el avión despegado sois uno más y uno menos. Pues habéis conocido la felicidad durante una eternidad para ser arrebatada hasta que alcancéis el día de vuestra muerte.
A no ser que el destino sea benévolo y pueda juntar a dos almas sin rumbo. En perfecta soledad.
«Si de verdad existe alguna clase de Dios no debe de estar en nosotros, ni en ti, ni en mí. Pero quizá en un pequeño hueco entre nosotros.
Si existe alguna magia en este mundo debe estar en el intento de comprender a alguien al compartir algo… Lo sé, es casi imposible lograrlo pero, ¿qué importa eso? En el intento debe de estar la respuesta»
Celine (Julie Delpy) – Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995)
Sergio de Uña
peliculón Ari!!