«Creo que ‘loco’ es una palabra que la gente se ha inventado para desanimar a la gente interesante».
Un impulso me llevó a pausar la escena. Lorna, uno de los personajes secundarios de la serie Orange is the New Black, había dicho algo que me había llevado a detener la imagen de forma involuntaria. Me quedé mirando la pantalla sin movimiento. Justo detuve la reproducción en una mueca graciosa de este mismo personaje, pero yo ya no veía lo que tenía delante. Mi mirada se estaba perdiendo en aquellas palabras que se arrastraban violentamente como un tsunami junto a las neuronas de mi cerebro.
«Loco, loco, loco». Esa palabra resonaba en mi cabeza como un tambor inquieto sin dejar que otras reflexiones se escaparan entre los impulsos nerviosos. Y, por fin, mi cerebro logró reaccionar y sonreí burlona. Postré la cabeza sobre el sofá y noté que el tiempo jugaba con los minutos y con los segundos. Entonces recordé la de veces que me habían dicho «Eres rara. Estás loca». Solté un sonoro «¡Já!» que aceleró los segundos que se habían detenido, no así la reproducción que seguía pausada en la misma pose cómica.
Pensé: «esta frase me la guardo para cuando vuelvan a decirme algo similar». Hace unos años me diagnosticaron síndrome de Asperger, también lo llaman «autismo leve» o, para los políticamente correctos, algo así como TEA, el Trastorno del Espectro Autista. Yo opino que son unas siglas para quedar bien y no tacharme de discapacitada. ¡Oh! Lorna, Lorna… has conseguido algo de paz en este cerebro que no para de preguntarse cientos de cosas, que se obsesiona con el orden, que se asegura una media de diez veces si ha bajado las persianas, si ha apilado bien los libros por orden alfabético en mi estantería después de usarlos o si ha cerrado diez veces la puerta con llave antes de salir. Has logrado que mi alma se sienta menos solitaria y mucho más fuerte al escuchar palabras que salen de esas personas que se consideran «normales».
Yo siempre me he preguntado: «¿qué es ser normal?». ¿Ser normal es que no te importe el orden de los libros, no asegurarse de si se ha cerrado la puerta con llave al salir o que no se revise si las persianas están correctamente bajadas? Quizá es que esas personas «normales» no se han percatado del tiempo que se ahorrarían al encontrar el libro que buscaban al tener esa estantería bien ordenada, de que no les entraría nadie a robar por habérseles olvidado echar la llave y de que el Sol no fabricaría un horno en esa habitación en la que la persiana hubiera sido una gran aliada en estos sofocantes días de verano. Lorna… ¡gracias! ¡Gracias! Soy consciente de que eres una actriz y que a quien tendría que alabar es al guionista que ha escrito esta frase para ti, ¡pero me da igual! Observo de nuevo tu imagen cómica y suelto una risa nerviosa. Cojo el mando y echo para atrás unos segundos.
«Creo que ‘loco’ es una palabra que la gente se ha inventado para desanimar a la gente interesante».
Y de nuevo pulso el botón de «pause». Esta vez la expresión de Lorna es menos graciosa que la anterior. ¡Esto es maravilloso! ¿Quiere decir que soy una persona interesante? ¡Oh! ¡Entonces siempre he tenido razón! ¿Por qué entonces me llaman loca o rara? ¿Es que ellos no son interesantes?
No terminé de ver el episodio. Salí por la puerta no sin antes ordenar mis libros en la estantería por un estricto orden alfabético y repasarlo unas 10 veces, subí y bajé la persiana otra media de 10 y mientras que llegaba a la décima vez que echaba la llave en la puerta de casa no dejaba de decirme a mí misma:
«Eres rara. Estás loca. Pero eres muy interesante». Y me fui sonriendo a hacer los recados del día sin ni siquiera darme cuenta de que solo había cerrado nueve veces con llave.