La vida no podría existir sin espías a su alrededor. Es como una fuerza abrasadora, como corruptos políticos que luchan para que no sepas la verdad. Ahora entiendes por qué hay días en los que no tienes fuerzas ni para sonreír. Ahora comprendes que el aire que respiras no es real. Ahora sientes que no es la realidad que buscabas. Pero antes de que abras la boca para decir una sola palabra, para abrazar a la persona de tu lado y comunicárselo al oído, estos espías se echan sobre ti y te ahogan, te arañan, te muerden… hasta dejarte inconsciente.

– Buenos días, te pongo un café solo con leche con media tostada de atún, ¿no?

– Claro, Rosa. Como todos los días. 

Escuchaba Spies de Coldplay…