Hace mucho que no escribo y mucho menos un artículo como tal. Ni siquiera sé sobre ajedrez. Antaño conocía algo sobre shogi (algo así como el ajedrez a lo japonés), pero hace tanto tiempo que no juego que ni reconocería una sola ficha.
Evidentemente voy a hablaros de la reciente serie de Netflix Gambito de Dama que tanto ha dado que hablar. Sin embargo, no pretendo hacer un resumen ni tampoco poneros en contexto, ni siquiera os voy a hablar sobre el papel de la mujer en los 60 y mucho menos en la sociedad actual. Podría escribir miles de palabras sobre ello aunque mi intención es transmitiros los sentimientos que han florecido en mí tras visionar una serie como ésta.
El ajedrez nunca ha sido santo de mi devoción pero esta miniserie de la productora de origen americano provocó en mí un gran interés. Ya no solo en conocer algo más de un juego medieval que esconde muchos misterios. El primero de ellos es el de su origen. ¿Quién fue la primera persona que ejecutó el jaque mate? Pensé en cómo me encontraba yo actualmente, en cómo se hallaba mi destreza mental, en cómo me sentía en el ingenio y en la estrategia sobre la vida.
Quizá no lo sepan muchos (yo hasta que no investigué sobre el tema tampoco). La historia de Beth Harmon está basada en una novela del año 1983 del escritor Walter Tevis. Y Scott Frank y Allan Scott la han transformado en una historia cautivadora para la pequeña pantalla. Hay que destacar la mirada fulminante de la actriz Anya Taylor-Joy, sobre la que creo que fue una decisión acertada contar con ella para el personaje protagonista. No hay demasiado que destacar sobre la historia en sí quitando que el ajedrez es el contexto férreo de toda la trama, algo poco inusual en la televisión. Es el recorrido de una niña huérfana para convertirse en la mejor ajedrecista mientras le derrumban los traumas del pasado. Una niña que crece con un objetivo claro en un mundo lleno de hombres.
Gambito de Dama o Queen’s Gambit puede provocar un rechazo o una fascinación, no tiene un punto medio. ¿Ajedrez? ¿A quién se le ocurre a día de hoy hacer una serie sobre el ajedrez cuando estamos devastados por vídeos chorras de TikTok o filtros que tapan la realidad? Como comentaba anteriormente tengo mucho que agradecer a una serie como ésta a nivel personal. Mi cerebro llevaba muchos años adormilado, desentrenado, escondido ante un mundo que se transforma en incultura y estupidez. ¿Estaba sucumbiéndome a este mundo atroz? El personaje de Beth me ha demostrado algo que se me estaba olvidando: una mente espabilada, un cerebro activo, un alma ávida de conocimientos es lo que necesita este mundo para no caer en el olvido. Y recordé cómo me enamoraban los paseos acompañada únicamente de la música y de los pensamientos, cómo atesoraba ese olor a libro que va moldeándose cuando te metes de lleno en la historia. Mi vista echa en falta la belleza de las pequeñas y las grandes cosas. Pero sobre todo mi alma añora su mundo interior perdido. Quizá no pueda salvar este mundo, pero al menos puedo salvarle a él.
Y sé, sé que no es la mejor serie escrita, sé que no es la historia cautivadora que transforma las almas. Hay series o historias mejores, ni siquiera se ha convertido en mi serie favorita. No obstante, ha llegado en el momento indicado en el que despierto, en el que respiro y en el que debo seguir luchando para no ser uno más.