Esta tarde he pasado tres horas viendo una gran película, minimalista e íntima hasta el final: Magnolia. En el largometraje se habla de que en la vida real pasan cosas curiosas, coincidencias extrañas, conexiones desconocidas, que la vida no se sabe si es cuestión de azar o del destino, si es la razón por la que ocurren esas cosas que llaman a nuestros sentidos para dar lugar a que la realidad supere a la ficción. El final de la película es totalmente inesperado, incalculable, intransigente, inocuo, ilusiorio… como la vida misma. Recomendada.

Y respecto a todo y cuanto me hacen pensar estas buenas películas llegas a reafirmarte pensamientos que no encontraban una interconexión plena. Sensaciones que estaban vacías y acaban por llenarse. Para mí el arte esta en el ser humano que sabe mostrar al mundo sus verdaderos deseos, he ahí las grandes películas, las obras de arte, el teatro, la danza, la ópera, la música, el cine, una simple voz bonita que levante a todas las almas dormidas.

La canción de arriba, que pertenece a la BSO de la película, es tremendamente triste, desgarradora y realista. Bebemos para olvidar, hacemos las cosas como creemos que son correctas de hacer para darnos cuenta de que nos hemos equivocado. Y sabemos que ese sentimiento de culpabilidad, ese remordimiento que te reconcome de consciente a subconsciente pasando por el inconsciente no va a parar hasta que hagamos algo por remediarlo.

Ya lo dice la canción: Wise up or give up.

Puede que me sienta de nuevo como una magnolia, con pétalos de acero y corazón de espinas.