Sé que tengo obsesión por los buenos temas en momentos oportunos, pero es cierto que mi estado de ánimo se nutre más si le acompaña una sinfonía acorde a él.
Resulta que estoy resfriándome, una putada para cuando tienes que estar espabilada para realizar millones de trabajos para la facultad y así, librarte de tareas que hacer durante la Semana Santa. A pesar de estar asqueada, porque, sinceramente, me apetecía mucho salir, no me importa quedarme los sábados por la noche en casa. Y, a pesar de eso, de estar resfriada aliviando mis cuerdas vocales con Frenadol Hot Lemon, de tener millones de cosas que hacer, necesito hablar con alguien. Pero no un alguien normal, sino un alguien extraño, que se adapte a mis emociones en estas noches sin alcohol, ni tabaco, ni música que reviente los tímpanos.
Es curioso como el ser humano necesita a otro ser humano. Afirmamos -reiteradamente- que estamos bien solos creyéndonos los más neoliberales del mundo actual. Mierda para todos. Somos seres débiles y sociales, por mucho que nos joda. La soledad es necesaria, aunque el concepto «soledad» para el ser humano nunca implica a una persona sola, sino a una paz interior, única y envolvente que puede manifestarse en una pareja, un grupo de amigos, con la familia.
Os pongo un ejemplo: imaginaos en silencio con una persona especial, tirados en la orilla de la playa a principios de verano mirando las estrellas. ¿Qué preferís estar solos o en soledad con alguien más?
Pensadlo bien y dejad de ser unos cínicos sin escrúpulos. Puta sociedad hipócrita…