¿Por qué? Es una de las preguntas más formuladas por todos los seres humanos. Digo humanos porque dudo mucho que el resto de seres vivos de este planeta apenas se hagan preguntas cuando ya saben la respuesta. No hace falta interrogarse. Si se tiene hambre pues se come, si se quiere dormir se duerme, si se quiere aparear pues uno encima del otro y a perpetuar la especie.
El ser humano es diferente. ¿Por qué no puedo comer grasas saturadas? ¿Por qué un abuso de azúcares es malo para la salud? ¿Por qué tengo que hacer este maldito trabajo si el cuerpo me pide dormir? ¿Por qué no puedo besarla sin que él se enfade? ¿Por qué no puedo decirle lo que siento sin que me tiemble la voz y parezca que vaya a desfallecer? ¿Por qué no puedo llorar cuando lo necesito?
Las contradicciones no es cuestión de vivir. El resto de seres viven pero no se cuestionan. Todo es culpa de la razón.
¿Por qué una cosa está bien y otra mal? ¿Quién fue el primero que lo estipuló así? ¿Quién hizo todas las reglas? Y aquí no entro en las religiones.
Cuestionamos a aquéllos pocos que prefieren hacer caso a su organismo y seguir los caminos que le dicta su instinto. No están locos. Saben que si matan a un ser como él no tendrá sentido. ¿Qué sentido tiene matar a un prójimo si no te lo vas a comer? Tampoco van a violar a nadie. Los animales no violan, si una hembra no quiere aparearse con un macho no habrá sexo, se irán a buscar a otra y punto. Hacer daño es solo algo que entra dentro de nuestra especie. No me refiero al daño físico, sino al psicológico.
¿Cómo te sientes cuando te confiesas y te rechazan? ¿Duele tragar cuando sientes un rechazo por parte de los tuyos? ¿Y cuando hablas y nadie te escucha? ¿Cuándo quieres agarrar el brazo de aquél a quien llamas y resbala?
¡Oh! Amigo… bienvenido al dolor y al sufrimiento que solo nosotros hemos conseguido desarrollar. Acabas de llegar al nivel de razonamiento. Más vale que huyas si no quieres morir de dolor.
Pero… ¿cómo te has sentido cuando has mirado las estrellas y estas te han confesado que somos un don? El 95% de nuestro tiempo lo pasamos lamentándonos, trabajando para un sistema que cada vez se hace más rico a nuestra costa, sufriendo, dejando de lado el sueño y la buena alimentación por poder pagar un techo y ese coche que tanto deseamos. Y estaremos así una media de 56 años.
Durante ese tiempo pocas veces habrás sentido latir tu corazón tan fuerte que parecías tenerlo en la mano, cerca de la oreja, oyéndolo palpitar cada vez más rápido. Pocas veces habrás abrazado la tranquilidad en una cama de sábanas blancas, sonriendo tímidamente antes de ver despertar a quien tienes a tu lado. Quizá un par de veces habrás rozado la felicidad al llegar al clímax haciendo el amor. El tiempo te habrá permitido, escasamente, pasear por la orilla del mar sintiendo la brisa recorriendo tus mejillas. Lamentablemente, sumando un par de horas habrás reido tanto que ni siquiera has sido consciente.
Y, con suerte, habrás mirado a alguien que te ha mirado a ti. Sin deciros nada más ya comprenderéis por qué estáis aquí. En el momento que os beséis habrá una verdadera razón por la que existir. Cuando entrelacéis vuestros brazos entonces seréis conscientes de que merece la pena seguir manteniendo la especie a la que pertenecéis. Cuando acaricies su pelo comprenderás el sentido de la belleza. Cuando hagáis el amor atravesaréis el Universo y os sentiréis parte de él.
Quien quiera que nos creara nos dio unos sentidos que dominan una razón llena de sistemas nerviosos que conectan el resto de seres vivos, es decir, el Cosmos al completo, con nuestra propia existencia.
Por desgracia, cada vez hay más seres humanos que se están quedando ciegos. No oyen el canto de los pájaros ni las olas de la mar. Tampoco huelen el perfume de la madre que les dio la vida. No saborean la fruta prohibida. No sienten nada cuando rozan la arena.
¿Y la razón? Querido ser humano: no existe razón sin sentidos. No existe razón sin felicidad y dolor.
Si no sientes no razonas.
Estamos condenados a desaparecer por no querer sentir, por obligarnos a acatar las órdenes de conductas sociales sin sentido y que van en contra de nuestra naturaleza.
Es una lástima que la especie más valorada de todo el Universo, la más hermosa, la más compleja a la vez que más interesante se esté destruyendo a si misma.
Da igual que leas esto. Cerrarás los ojos y seguirás yendo a trabajar, estresándote y, por supuesto, rechazando cualquier oportunidad de ser feliz.
Ladrón de mandarinas
La pregunta no es tanto "por qué" sino "¿importa?". No me preocupa tanto el sentido que la razón otorga a todo esto sino cómo me hace sentir. Todos esos "hay que" al estilo de hay que trabajar, hay que tener una carrera de éxito, hay que comer sano, hay que… Y así hasta que te dicen cómo tienes que follar. Pero, ¿para qué tanto ritual? Las normas hacen la vida más fácil, se supone. Nos dan respuestas antes de que lleguemos a plantearnos la situación. La ventaja de los semáforos es que nos coordinan con el mundo… Pero esperar ante un semáforo en rojo si no vienen coches es una tontería.
Con esto de estar buscando trabajo como loco hay algo que no he dejado de preguntarme: bueno, ¿y cuándo coño he querido yo trabajar? Siempre he dicho que paso de trabajar en algo que no me gusta para comprar cosas que no necesito. El aire y el mar son gratis, y la mayoría de diversiones que son divertidas de verdad tampoco cuestan nada. Y si no, saben mejor cuando no las pagas. Con lo que sobra en el mundo me basta pa' ser feliz.
Pero también es peligroso, da miedo. No consigo inmoral robar a una tienda donde se tira comida, pero siempre está la pregunta, ¿y si me cogen? Y es que además hay cosas que son raras y te pueden mirar mal. Yo no sé qué piensas tú de tomar drogas para amplificar los sentidos, por ejemplo. Pero una respuesta que se me ocurre ante el riesgo es una pintada que hay por ahí: si no tú, ¿quién? si no ahora, ¿cuándo? Es como si tuviéramos miedo a vivir la vida intensamente, para bien o para mal.
Basta.
El otro día al salir de una entrevista de trabajo -la primera a la que fui en mi vida- me sentí tan mal que decidí llevar a cabo algo que hace mucho que quiero hacer: ser payaso. Próximamente en las grandes pantallas: las Ramblas.
Efraim Suárez
Bueno, y yo que pasaba por aquí (hijo de una causalidad casual 100%)escribí un texto tan largo que creo que duplicaba el tamaño de la entrada en sí… pero cuando iba a publicar me di cuenta de que todo se puede resumirse en una única frase, una pregunta que responde a la que planteas: ¿Por qué no?
Dejar de preocuparse de las cosas que no son importantes y simplemente ser, vivir y disfrutar de las pequeñas cosas (que a veces no son tan pequeñas).
Un saludo!!
Ghibril
¡Hola Efraim! Perdona por contestar tarde, pero últimamente tengo esto algo abandonado porque compré un dominio hace poco y quiero traspasar todas mis neuras allí 🙂
No sabes lo bien que me ha venido, precisamente hoy, leer tu comentario.
¡Gracias por leerme!